Infierno de barro

27 febrero, 2006 · 3 comentarios


Voy a intentar relatar lo que ocurrió el domingo en la Duatlón de Montaña de Súria.
Aviso que me ha quedado un relato tipo piedra de silleria, así que prepárate un café y relájate que va para largo.
A las 7:30 nos encontramos el Maestro Alfons y yo en la puerta de su casa. Llenamos su coche con las bicicletas y las bolsas y camino a Súria.
El día no pintaba nada bien meteorológicamente hablando pues, aunque los oráculos habían anunciado que no empezaría a llover hasta el mediodía, las nubes negras parecían desmentirlos, y vaya si los desmintieron.
8:30 llegamos a Súria y al bajar del coche nos da una bofetada de aire frío que nos recuerda que ya estamos en la Cataluña central. Recogemos los dorsales y el chip y nos recuerdan cinco veces que, al acabar, hay que devolverlo todo. Que sí hombre, que sí.
Tomamos un café y empezamos a prepararnos. Nos ponemos la ropa de faena, preparamos el material de ciclismo, nos colocamos dorsales y chips y para la zona de transición. Empieza a llover.

A la entrada un juez me para y comprueba que lleve todo:

  • Dorsal en la bici, si
  • Dorsal en el pecho, si
  • Chip en la zapatilla, si
  • Casco, si

"Puedes pasar". Jo, vaya ITV, esto parece que va en serio.

Mientras estoy dejando el material de ciclismo sobre mi silla veo a un amiguete justo al lado.
"Ostia Paco, ¿qué haces tú por aquí?", "Pues nada, estos amigos que me han engañado".
¿Dónde he oido yo esta historia? Nos deseamos suerte para la carrera y vamos a calentar.

Entre los nervios que tengo y el frío que hace no puedo parar de tiritar. Los corredores tienen una pinta de lo más profesional y no puedo evitar sentirme intimidado. Soy consciente de que voy a sufrir, pero no me imaginaba que tanto.

La hora se acerca. Se empiezan a oir los silbatos de los comisarios que nos convocan, así que vamos a la línea de salida. Un trabucaire da la salida de un disparo de trabuco y salimos en manada.

Empieza la primera subida todavía por las calles del pueblo en dirección a la montaña e intento aislarme del ambiente y no dejarme arrastrar por el grupo. "Tienes que ir a tu ritmo" me digo, pero es difícil. Me veo que voy de los últimos y pienso que ya recuperaré en el tramo de bici. Ingénuo.

De golpe nos desvían de la pista por la que íbamos y nos meten por un sendero cuesta arriba. Se acabó correr, ahora empieza la escalada. El desnivel es tal que incluso cuesta subirlo andando.

Cuando Alfons me pasó la información sobre la Duatlón y vi el perfil del primer tramo a pie, le pregunté en broma si habría cuerdas para poder escalar. Poco me podía imaginar que esa broma se haría realidad, pues en uno de los tramos había una cuerda con nudos para poder superar la pared que había. Risas entre los corredores comentando que parecía "Humor amarillo".

Superamos este tramo y seguimos subiendo/escalando agarrando los árboles para poder trepar. Me empiezan a doler los lumbares y aunque se que llevo algunos corredores detrás, soy consciente de que voy de los últimos. Durante un rato voy solo sin nadie por delante ni nadie por detrás. Empiezo a comerme el coco, mientras intento sin éxito que el dolor se me pase.

Poco a poco se acerca por detrás otro corredor al que a partir de ahora me referiré como el "superabuelo". Es un veterano pero va mejor que yo pues poco a poco se va acercando. No intento apretar pues no puedo así que al final de la subida ya lo tengo justo detrás.
Ha sido una subida infernal pero ya se ha terminado, ahora viene la bajada.

Es por una pista ancha y llena de barro. El "superabuelo" me dice que mejor que corra por los lados pues el centro está muy resbaladizo. Le hago caso y bajo corriendo a buen ritmo. Me comenta que la subida en bici es peor que lo que hemos subido corriendo, pero, sinceramente, no le creo.

Poco a poco lo dejo atrás y llego a la zona de transición en solitario. Todavía queda alguna bici, así que no voy el último, de momento. Me pongo el casco, me cambio las zapatillas y salgo empujando la bici. Como el "superabuelo" no se cambia las zapatillas, sale antes que yo. Hay un trozo llano donde meto plato grande y empiezo a tirar. Me como un gel pues la subida en bici también se las trae.

Pillo al "superabuelo" y sigo adelante. Se acaba el tramo llano y la subida nos recibe con una curva a derechas con cantidad de gravilla suelta. Un miembro de la organización me avisa, pero la subo sin problemas y sigo sobre la bici. Delante mio un grupo de tres ya empujan la bici. Es lo que yo esperaba, empezar a recuperar puestos en el tramo de bicicleta.
Antes de poder atrapar a los tres de delante, me sorprendo de que no puedo subir la cuesta.
"¿Qué pasa aquí?". La rueda de delante está atrancada de barro y no gira. Me bajo y empujo, pero la bici no anda ni empujándola.

Estoy perplejo. Jamás me había pasado nada igual. He pasado por pistas con barro, pero como este no. Es un barro que se pega y forma una pelota que me bloquea por completo la rueda. El puente de la horquilla "limpia" el neumático y emboza el espacio entre el puente y el neumático. ¡¡Es alucinante!!. Limpio con la mano la pelota de barro y sigo empujando la bici. No he andado más de 10 metros y otra vez la rueda delantera no gira. Empiezo a maldecir en arameo. Miro para arriba y veo que todavía falta muchísima subida. Esto se pone muy, pero que muy chungo.
El trío de delante ya ha desaparecido y por detrás se acerca poco a poco, despacio pero sin pausa, el "superabuelo".

Cuando llega a mi altura, veo que a pesar de tener una horquilla con menos paso de rueda no tiene tantos problemas con el barro como yo.
Me comenta que toda la subida está así y que todavía falta muchísimo para llegar arriba.
Me hundo en la miseria más profunda mientras se va empujando su bici y yo no puedo ya con mi alma... y mucho menos con una bici que no rueda.
Es en ese momento cuando me vienen a la cabeza todos los pensamientos negativos que se deben evitar, pero que en ese momento fluyen libremente y sin control.

Intento coger la bici en brazos pero con todo el barro que llevo en los neumáticos la bici pesa unos 20 quilos, así que desisto.

Por un instante se me pasa por la cabeza dar la vuelta y volver al pueblo, pero yo que iba a recuperar el terreno perdido en bici, que soy un "especialista" en bici (jajaja), ¿abandonar en el tramo ciclista?. No puedo permitirme esa autotraición, por lo que sigo desatrancando el barro de la rueda delantera y empujando la bici cuesta arriba.

Delante llevo un neumático Specialized de perfil 2.0 y detrás un Maxxis de 1.9. Definitivamente no he escogido los mejores neumáticos para la ocasión. Bueno, de hecho, no he escogido nada, son los mismos neumáticos que llevo siempre pero jamás había visto un terreno con tanto barro. El trasero al tener menos sección no se atranca casi nada pero el delantero tiene un taqueado más espeso y es totalmente imposible hacerlo girar.

Llega una pequeña bajada. En plato pequeño y pedaleando consigo bajarla mientras las gomas empiezan a escupir parte del barro que llevaban. Por lo menos se han limpiado un poco, pero no dura la alegría en casa del pobre. Vuelve a atrancarse y yo vuelvo a empujar.

Durante muchísimo rato no veo a nadie ni por delante ni por detrás. Cuando me doy cuenta estoy "Pedro Navaja" a grito pelao en medio de la montaña. Me centro en el estribillo: "La vida te da sorpresas. Sorpresas te da la vida". "Pedro Navaja matón de esquina, quien a hierro mata a hierro termina".
Por lo menos dejo de pensar mientras intento recordar la letra completa de la canción.

Sigo sin ver a nadie. Del primer tramo a pie, se que llevo a algunos detrás, pero la verdad es que no me importa mucho si voy el último o todavía más atrás, ahora sólo me preocupa llegar al pueblo, si es que puedo.

Al girar una curva me encuentro un 4x4 de la organización. Me ofrecen agua y yo les pido un Karcher pero no llevan en ese momento, así que acepto el agua y les pregunto por el perfil de lo que me falta. "Enseguida llegas arriba, un poco de llano y luego la bajada". No me fío mucho, pues seguro que mi cara despierta la compasión humana y me han mentido para que no llore allí mismo.

Me despido y sigo subiendo. Realmente la subida se acaba y empieza una pequeña bajada con el mismo barro y donde es casi imposible girar en las curvas. Suerte que por lo menos a los frenos de disco no les afecta el barro y puedo parar la bici.

Otra vez la fuerza centrífuga (¿o era centrípeta?) me limpia un poco las ruedas... hasta que llega el "llano", donde puedo montar un poco en plato pequeño.
Veo a mi amigo Paco y un amigo suyo terminando de arreglar un pinchazo. Me animo pues hay gente por delante que no me lleva tanta distancia. Les saludo y tiro palante.

Vuelvo a quedarme atrapado en el barro. Empujo y al rato veo a otro corredor que va peor que yo. Me pide algo de comer pero no llevo nada. Pensaba que encontraría algo de comida en los habituallamientos, pero no ha sido así, por lo que el "tío del mazo" le está dando una tunda que paqué.

Lo dejo atrás y sigo. Me adelantan tres motos de enduro que pasan con una facilidad pasmosa sobre el barro que a mi me tiene atrancado. ¡¡Mi reino por una KTM!!.

Mientras sigo empujando y desantrancando la rueda me adelanta Paco pedaleando sobre su bici, pero viene solo sin su amigo pinchado. Nos volvemos a saludar y confirmo que mi neumático delantero no sirve para barro. Él pedalea mientras yo desatranco la rueda. Vuelvo a maldecir en arameo y me acuerdo de toda la familia del pobre Ned Overend -jefazo de Specialized-, mientras prometo no volver a comprarle una goma más en mi vida.

Al ratito atrapo a una chica que maldice más que yo. Está en mi misma situación, pero con el agravante de que su bici no frena pues lleva frenos en V que con la llanta llena de barro casi no funcionan. Me pregunta si tengo idea de cuanto falta, pero mi cuentaquilómetros ha dejado de marcar ya hace rato. Seguramente el barro habrá tenido algo que ver. Llegamos a la estimación de que deben faltar unos 7 u 8 quilómetros. Se nos cae el mundo encima... otra vez.

Nos despedimos hasta la siguiente trampa de barro, pero milagrosamente empieza la bajada de verdad. Me la juego un poco bajando y aunque en las curvas tengo que sacar los pies pues la bici casi no gira sobre el barro, consigo empezar a montar en bici.
Sigo bajando a tope y en una trampa de barro me patinan las dos ruedas a la vez y casi me caigo. Hoy sólo me faltaba un buen piñazo.

Continúo con un poco más de cuidado y la pista se vuelve de gravilla. Ahora el barro de las ruedas usando la gravilla como metralla, me machaca toda la cara. Suerte de las gafas. Hace daño, pero por lo menos puedo meter plato grande y pedalear con fuerza. ¡¡¡Ya era hora!!!.

Adelanto a un pobre que ha partido la patilla del cambio. Me mira con cara de pena, pero no puedo hacer nada por ayudarlo. Mala suerte.

Sigo a toda pastilla hasta la zona de la "trialera" donde una chica de la organización me avisa del peligro de las piedras mojadas y me anima diciendo que quedan sólo dos quilómetros hasta el pueblo.

Más que una trialera, es lo que los americanos llaman un "single track", que en perfecto castellano viene a ser un sendero, aunque había dos escalones delicados que los bajo a pata más que nada por todo el barro que tienen las piedras y mis gomas y para conservarme entero.

Adelanto a otro corredor con otra patilla del cambio rota. Vaya epidemia.

Cuando estoy llegando a la zona de transición, veo que ya hay corredores que están montando las bicis en los coches y otros que está lavándolas con unas mangueras que la organización ha habilitado.

Al final va a ser verdad que voy a llegar de noche.

Me quito el casco, las zapatillas de bici y me pongo las zapas. Decido quitarme los guantes pues están chorreando de barro y agua.

Empiezo a correr y me doy cuenta de que me encuentro fatal. El gemelo izquierdo amenaza con contracturarse pero decido no escuchar su advertencia. Adelanto a un corredor que está parado estirando y maldiciendo.

El segundo tramo de carrera empieza por un paseo fluvial bien llanito. Llego a un puente y cruzo al otro lado del río. Pienso que esto ya se acaba, media vuelta y listos, pero una señorita de la organización me recuerda que hay que subir al castillo de Súria. Bueno, de perdidos al río.

Empiezo a subir por las empinadas callejuelas medievales y toda va bien hasta que llego a un tramo de escaleras. No puedo con mi alma, sigo subiendo agarrado a la barandilla y andando. El corredor que adelanté viene tras de mi y hablamos sobre la gran idea de añadir escaleras al final del recorrido.

Por fin llego arriba del todo y ahora hay que bajar. Al bajar el tercer escalón, mi cuadríceps izquierdo dice que ya ha tenido bastante y se contrae sin venir a cuento dejándome cojo y aullando de dolor. Intento estirarlo pero se ha emancipado y no obedece, así que a la pata coja sigo bajando escaleras, mientras el otro corredor me adelanta.

Cuando se acaban las escaleras vuelvo a correr cuesta abajo pues el cuadríceps se ha soltado, pero ya no puedo recuperar la distancia que me lleva.

Entro en la meta como si hubiera ganado una medalla olímpica. Más contento que unas castañuelas por haber finalizado mi primer duatlón.

Alfons, que evidentemente ya había llegado, me felicita por haber llegado vivo y nos ponemos a la cola para lavar las bicicletas, pues en el estado en que estaban era impensable meterlas en el coche.

Llamada telefónica a la cónyuja para decirle que ya he llegado y de una pieza. Todo un logro.

Nos quitamos la ropa rebozada de barro y chorreado, pues no ha parado de llover en toda la mañana, y nos zampamos un buen trozo de pizza con Coca-Cola, gentileza de la organización. Al coche y para casa.

Ya por la tarde consulto la clasificación y observo para mi sorpresa que he logrado mi objetivo, que, como ya dije, no era otro que quitárle el puesto al último. Bueno técnicamente he sido el "último" pero ha habido una "última" que ha llegado después que yo.

Me hubiera gustado acabar en un puesto más brillante, pero también es cierto que ha habido un 10% de abandonos, con lo cual sólo finalizar ya ha sido un éxito para un piltrafilla como yo.

Mi gran amigo FJ Linares, que sé que lee este blog, me llamó el viernes y me dijo, entre otras muchas cosas, que había que coger experiencia, que el objetivo era acabar y ciertamente tenía toda la razón. Ha sido una experiencia increible. Jamás me había enfrentado a un reto tan duro y he podido superarlo.

Como apartado más positivo, he visto que corriendo no he sido el último a pesar de llevar muy poco tiempo entrenando.

Como apartado más negativo, la frustración de no poder rendir en el tramo ciclista que era donde tenía puestas mis esperanzas. Si el año que viene volvemos, me presentaré con un neumático de 1,7 para barro y seguro que la cosa cambia.

Si has leido hasta aquí, te doy las gracias por aguantar esta reflexión, que seguramente hubiera sido del agrado de Freud.

No way out

22 febrero, 2006 · 2 comentarios


Ya está. Ahora ya no hay marcha atrás. La única huida es hacia adelante.
Ayer finalizamos la inscripción a la duatlon, con lo que el tema ya se ha materializado por completo. Ya no hay escapatoria. No quedan excusas.
Tengo como una especie de vacío en el estómago que no desaparece ni cuando como, así que hambre no debe ser.
Debe ser una especie de canguelo ante lo que se me viene encima.
Está de más decir que intento pensar que no hay presión, que se supone que vamos a disfrutar de la ocasión, que mi único objetivo es quitarle el puesto al último, pero lo siento, no lo puedo evitar.
Me faltan cuatro días y estoy de los nervios.
Sobre la bici no me veo mal después de un par de salidas este fin de semana y otra ayer, pero en la carrera ya es otra cosa. Me falta seguridad y es lo que me provoca estos nervios.
Esta tarde, si no pasa nada, haré 45' de R1 para mover un poco las piernas y recordarme que soy un piltrafilla.
¡Toy azutao!

Vaya vuelta

17 febrero, 2006 · 3 comentarios


Hoy por fin he podido dar una vuelta.
No, como la de Bisbal no. Ha sido un poco diferente, aunque me hubiera gustado tener público porque la cosa se lo merecía.
Mi Maestro Jedi Alfons me ha ordenado un plan de entrenamiento para lo que queda de semana hasta el día D que es el 26 de febrero.
El plan empezaba mañana con 9-10 kms de Farquaad. Yo que soy muy obediente gracias a que mi madre desde pequeñito me lo enseñó, no he esperado a mañana y hoy mismo me he puesto manos a la obra.
Lo de la vuelta viene porque ya me estaba cansando de hacer circuitos de ida y vuelta por el mismo camino pero hoy ha sido diferente.
Me he vuelto a dirigir a la montaña de Badalona y ni corto ni perezoso, bueno un poco perezoso sí, he empezado a subir p'arriba.
Como bien dice mi Maestro Jedi, eso no es técnicamente un Farquaad, pero jode igual.
Hoy me he propuesto subir todavía más arriba para hacer una prueba de cara al día D, así que cuando he llegado al lugar donde el miércoles me di la vuelta, he continuado subiendo, cascándome casi 5 kms seguidos de subida por pista -no de atletismo sino forestal-.
A continuación he bajado por una trialera de la muerte.
Una trialera para los que lean esta historia y no vengan del mundo del BTT, es como una especie de camino, habitualmente cuesta abajo -porque para arriba no hay quien las suba- llenito de piedras, raices, escalones y demás obstáculos, donde las posibilidades de salir por encima del manillar y romperte la crisma, se acercan al 100%.
Pues eso, que he bajado por una trialera que sólo los más osados bikers, armados de bicis de freeride, cascos integrales, rodilleras y coderas son capaces de bajar subidos sobre la bici. Iba andando y con mucho cuidado pues aunque iba a pie y no en bici, las posibilidades de estrellarme seguían siendo altas y lo último que quiero es lesionarme ahora.
He seguido bajando hacia el Hospital del Can Ruti y luego hacia el principio de la ruta.
No he querido mirar el GPS hasta llegar abajo, pero cuando lo he hecho me he quedado flipando:
10,420 metros -que se convierten en la nueva mayor distancia recorrida corriendo en toda mi vida- en 1:13:54.
En mi vida he corrido una hora y cuarto sin parar y todavía estoy entero y con fuerza en los dedos para escribir. Hay que ver lo resistente que es el cuerpo humano, aunque el mío algo menos.
Hoy como novedad y para los más curiosos, voy a incluir dos enlaces para que podáis ver por donde corro y el perfil del recorrido de hoy.

Subidón, subidón

15 febrero, 2006 · 2 comentarios


Hoy he visto en algún noticiario televisivo que los chicos de Disney han presentado en sociedad una nueva montaña rusa llamada Everest - espero que nadie haya cobrado por dejarse las neuronas pensando el nombre- y para eso han montado un american show en Nueva York con gente paseando por las paredes de unos rascacielos de Manhattan.
La imagen que encabeza este comentario no es el perfil de esta nueva atracción de feria, no. La cosa es mucho más grave. Me explico.
En las primeras reflexiones con que iniciaba este blog hacía mención al motivo por el que tras abandonar la máxima de "correr es de cobardes", me he metido en este lío y es que a Alfons se le ha puesto entre ceja y ceja que tenemos que hacer un duatlón de montaña y que este iba a ser el de Súria, preciosa localidad de la provincia de Barcelona.
He intentado por muchos medios de hacerle ver que la elección no era muy acertada:
"Mira Alfons, que eso es a finales de febrero y yo llevo muchos años sin correr", "Que no llego a esa fecha ni de coña", "Que los organizadores querrán ir a cenar a una hora prudencial", pero con este tio no hay forma.
Ayer al llegar al trabajo encontré encima de mi mesa la impresión del folleto de esa prueba, que Alfons "muy amablemente" me había hecho llegar. Cuando vi el perfil altimétrico casi me da un patatús y es por eso que aquí lo enseño.
La primera zona de carrera a pie es de 6,5 kilómetros y tiene un perfil que a mí, personalmente, me parece inhumano.
Acostumbrado como estoy a correr en llano, ese pico puntiagudo me da escalofríos y vuelvo a dudar de la integridad mental de mi compañero y guía en esta historia. Sobre la de los organizadores no voy a pronunciarme no vaya a ser que me descalifiquen antes de hora.
Para intentar hacerme una idea de lo que puede ser un subidón de ese calibre, esta tarde me he vestido de torero y me he ido a correr a la montaña de Badalona. Para los que no conozcáis la orografía de mi ciudad, os comentaré que está entre el mar y la montaña, con el nucleo urbano en la zona marítima pero con una zona montañosa que quedó arrasada en un pavoroso incendio en 1994. Al estar tan cerca del mar su altura no es grande, pero presenta pendientes considerables.
Como decía, me visto - casi me atrevería a decir que me disfrazo- de corredor y decido dar una vuelta por los caminos que habitualmente recorro en bicicleta. La idea es subir hasta la zona alta de esa sierra, llamada de Marina, a ver que pasa después de mi encuentro el sábado con Lord Farquaad... o era Farklet.
Poco a poco empiezo a recorrer algunos de mis caminos habituales. Me encuentro bien a pesar de unas molestias iniciales en ambas rodillas que poco a poco, al calentarse, van desapareciendo.
Encuentro a gente paseando, en bicicleta - jo, que envidia, pero hoy has venido a correr- y después de 23 minutos y 3,5 kilómetros llego arriba. Jolines, que satisfacción, he subido sin tener que pararme a descansar. La tarde es soleada, buena temperatura y la vista desde arriba, como siempre, magnífica.
El ritmo ha sido el de siempre -patético- y las pulsaciones también como siempre - por las nubes-, pero aun así estoy contento. "Venga Santi, ahora pabajo".
La bajada no es tan descansada como se podría pensar a pesar de contar con la ayuda de la gravedad. Tengo que ir reteniendo todo el rato si es que quiero llegar abajo con rodillas y no perderlas por el camino.
Tardo algo menos en bajar y llego a donde tenía aparcado el coche con 6,5 kilómetros en 42:30. Mis estiramientos de rigor y para casa.
Al llegar descargo el track del GPS y veo que el desnivel de subida ha sido de un poco más de 150 metros.
Eso estaría muy bien, para un piltrafilla como yo, pero en Súria el desnivel de subida será de casi 400 metros en la misma distancia. Lo que yo decía, inhumano.
Seguiré entrenando durante estos pocos días que faltan, pero creo, sinceramente, que todo esto es un poco precipitado.
De todas maneras si hay que ir a Súria iremos y se hará lo que se pueda.
Cada día estoy más de acuerdo con lo que decía nuestro admirado Asno al pasar sobre el puente de cuerdas que conduce al castillo de la Princesa Fiona: "¡¡¡Voy a morir, voy a morir!!!"

Lord Farquaad

10 febrero, 2006 · 0 comentarios


Esta mañana he tenido el placer de conocer a Lord Farquaad y la verdad es que ha sido inolvidable.
Aunque es tan malo malísimo como en la peli, no me ha parecido tan corto, más bien me ha parecido todo lo contrario.
Bajo su apariencia afable se acumulan muy malas intenciones y no tiene compasión por nada ni por nadie.
Este tipo es despreciable.
Resulta que Alfons y yo nos hemos encontrado a las 8:45 en Cerdanyola para salir a correr un rato. Yo no me las prometía muy felices pues soy consciente de que el nivel de mi compañero está a años luz del que yo pueda tener, si es que tengo alguno.
Así que hemos empezado a calentar por una calle bien planita pero, de pronto, hemos girado y hemos enfilado en suave bajada una pista llena de tierra, piedras, barro, caquitas de cabra..., vamos que parecía que estuviéramos en plena naturaleza.
Poco a poco he ido conociendo al tal Farquaad. Al principio parece muy agradable: bajadita por aquí, llano por allá, pero cuando menos te lo esperas y tras cruzar un riachuelo, resulta que se ha enfadado y venga, a subir toca. No contento con eso también tenía barro de ese que se engancha y casi te succiona. ¡Hey!, ¡que mis zapatillas son nuevas!, pero él ni caso. De hecho parece que se ha vuelto a enfadar, pues enseguida ha venido otra subida más dura todavía.
Ni que decir tiene que mientras Alfons ejercía de anfitrión explicándome el recorrido, yo lo he seguido como he podido, hablando más bien poco.
A los 30 minutos habíamos completado una vuelta a esa especie de circuito y Alfons propone otra vuelta más. ¡Piedad mi Señor!, ¡que este Farquaad me va a matar!.
Como aquí no se hacen prisioneros, hemos dado otra vuelta, aunque un poco más corta.
Después de 55 minutos y 8,3 kms, hemos dado por terminada esta visita a Lord Farquaad. Estiramientos, un Powerade y para casa que tengo prisa.
Esperemos que a éste también se lo coma un dragón porque ha estado a punto de acabar conmigo...
Vaya con Lord Farquaad... o era Farklet...

Replicantes

09 febrero, 2006 · 0 comentarios

Mi amigo Dami me definió un día como una especie de replicante.
La historia viene de lejos, de cuando empecé a salir en mountain bike con él y su grupo de amigos.
Aunque casi siempre he hecho deporte con regularidad, durante las primeras salidas en bicicleta mi rendimiento, por decirlo de alguna manera suave, dejaba mucho que desear.
Mis piernas, no acostumbradas a ese tipo de ejercicio, se convertían en dos palos cada vez que el terreno se empinaba hacia arriba e inevitablemente llegaba el último al final de cada subida y en un estado lamentable.
Alguno de los habituales de ese grupo, tiempo después, me confesó que no hubiera dado un duro por mí y estaba convencido de que aparcaría la bici.
Si de algo puedo presumir es de no rendirme fácilmente, así que empecé a dedicar horas de mi tiempo libre a salir en bici, la mayoría de las veces en solitario y a sumar kilómetros en mi registro de salidas.
Como es evidente, mi rendimiento empezó a mejorar lentamente y hoy puedo presumir de ser uno más del grupo, incluso subiendo.
Al poco tiempo, cambié de gimnasio para coincidir con Dami y allí me volvió a introducir en otro mundillo que era casi desconocido para mí: el squash.
Aunque he de reconocer que me gusta bastante más salir en bici, también he mejorado bastante con la raqueta y hoy en día soy capaz hasta de darle a la bola.
Cuando Alfons me propuso empezar a salir a correr, pensé que jamas correría más de 5 minutos seguidos -"correr es de cobardes"- así que intenté por todos los medios darle largas pero no ha habido manera. No se ha rendido y ha conseguido que Don "Nocorroporquenomegusta", se calce las zapas y se transforme en una especie de proyecto de corredor en miniatura.
Así, poco a poco, la idea de correr una duatlón, que es el objetivo de este entrenamiento, cada vez parece menos descabellada.
Ayer aproveché un escaso tiempo libre al mediodía para calzarme mallas, zapatillas, pulsómetro y GPS, y salir a correr.
Me dirigí al Paseo Marítimo de Badalona y salí dirección Mataró.
No tenía mucho tiempo y empecé a calentar pensando que hoy sería una sesión suave, pero enseguida mi cuerpo entró en ese trance donde no duele nada, así que, sin darme cuenta, apreté un poco el paso.
La tarde era fantástica con una temperatura agradable y un solecillo reconfortante. Incluso las olas eran mansas y todo junto hacía un paisaje de lo más bucólico.
Conforme me iba aproximando al lugar donde el sábado di la media vuelta, no pude evitar mirar el crono para ver como andaba de tiempo. Aunque iba un poco mejor que el sábado, si quería llegar hasta el Puerto Deportivo de El Masnou debería apretar el paso. Como iba bien decidí apretar todavía un poco más.
Llegaron los 22:30 que marcan el momento en que debía dar la vuelta y el Puerto se veía lo bastante cerca como para pensar que podría llegar. Mi prudente subconsciente que el sábado me previno de hacer locuras, ayer se quedó en casa durmiendo la siesta así que seguí corriendo y a los 25:00, cuando me faltaba muy, pero que muy poco para llegar a "mi meta", saltaron todas las alarmas.
Eran las 16:10 y empecé a sentir una sensación que hacía muchísimo tiempo que no tenía. Casi me costó encontrar su nombre entre mis desgastadas uniones neuronales, pero al fin lo encontré: ¡¡tenía FLATO!!.
Inmediatamente di la vuelta maldiciendo mi imprudencia.
Con suerte llegaría en otros 25 minutos hasta el coche y tenía que recoger a mi hija a las 17:00 en el colegio, así que el horario se empezaba a apretar. Enseguida supe que el dichoso flato no me iba a permitir llegar en ese tiempo al coche, pues ya me empezaba a molestar bastante.
Sin más remedio aflojé el paso y dejé de pensar en el reloj para centrarme en respirar bien, hasta que, poco a poco, el flato empezó a desaparecer. Pero no se había ido definitivamente, no. En cuanto quería apretar notaba como volvía la molestia, así que busqué el punto de mayor velocidad sin molestia y seguí corriendo.
Finalmente llegué al coche. A pesar de la prisa hice mis estiramientos, pues sabía que si no los hacía en ese momento ya no los iba a poder hacer y no está la cosa como para saltárselos. Me bebí el Isostar y para casa.
No voy a entrar en los detalles de la densidad del tráfico rodado a esas horas en Badalona, pero sí diré que los camiones de cinco ejes y las obras no se llevan bien.
El caso es que aparqué el coche cinco minutos antes de que saliera mi hija del cole. Ya no tenía tiempo de subir a casa a cambiarme de ropa y mucho menos de ducharme, por lo que ante la atenta y sorprendida mirada de las madres que esperaban a sus retoños, me presenté en mallas a recoger a la destinataria de mis mayores berridos. Los habituales saludos a las madres de las amiguitas de mi hija fueron un poco violentos para mí. Me sentía como si estuviera vestido de "Don Mendo" e incluso me pareció ver alguna sonrisilla en esos saludos. ¡Qué duro es esto de ser padre!
Al llegar a casa, merienda para la retoña, descarga del track y ducha reconfortante.
Resumen: 8,5 kms en 51:20 a 6:02.
Conclusiones: Ha sido la mayor distancia recorrida corriendo sin parar de TODA MI VIDA y hoy no estoy especialmente roto. El Puerto Deportivo de El Masnou requiere, ahora mismo, de 1 hora para ir y volver, y no creo que esté a mi alcance, de momento.
Con sólo tres salidas y menos de 25 kilómetros en mis zapatillas parece que me está entrando el gusanillo de correr. Veremos a ver cómo acaba esto, pero me temo que la definición de replicante fue muy acertada.

On the road again...

07 febrero, 2006 · 0 comentarios


Hoy he vuelto a salir a correr.
De nuevo pretendía hacer 45 minutos de carrera contínua para que mis piernas se vayan acostumbrando poco a poco a este nuevo tipo de ejercicio.
He pensado que salir por un un sitio diferente al sábado me iba a permitir ir mirando un poco el paisaje y no agobiarme pensado "¿Falta mucho?, ¿falta mucho?. Así, aprovechando que la tarde no estaba muy fría, he ido al paseo que hay junto al cauce del río Besós.
He dejado el coche en la Rambleta de Sant Adrià y he empezado a correr dirección al mar.
Nada más empezar ya he notado que iba más cómodo que el sábado, quizás por las zapatillas nuevas que estrenaba -unas Asics GEL 1100-, aunque creo que también se notaba que ya no era el primer día.
Así, tan pancho, he llegado hasta el final del paseo y sólo llevaba 7 minutos corriendo. Vaya cálculo tan pésimo que he hecho. Yo pensaba que tardaría más en llegar al mar.
Miro el GPS y resulta que no he puesto a cero el marcador de trayecto, por lo que, aunque he reiniciado el track y lo estoy grabando desde el principio, hasta que no llegue a casa y lo descargue al PC no sabré cuanto he corrido. ¡Vaya despiste!.
Bueno, no pasa nada, decido seguir corriendo dirección Badalona pasando por detrás de las torres de la FECSA y finalmente llego hasta el Puerto Deportivo de Badalona, donde me doy la vuelta pues ya llevo 23 minutos corriendo. En todo el camino de ida, las pulsaciones han ido fluctuando, pero en general las controlo mejor que el sábado, disminuyendo bastante en cuanto aflojo y subiendo si aprieto un poco. Como mínimo ya puedo regular, aunque aflojar suponga que me adelanten los caracoles.
Al pasar por el puerto, aprovecho unas cristaleras para mirarme cómo corro. Vaya pinta de matao que tengo. Confirmo mis sospechas de que corro como una abuela detrás del autobús -con mis respetos para nuestras abuelas-.
Decido que el recorrido de vuelta lo haré por otro camino para no agobiarme. Ya sé que soy un poco especial, pero es que pasar por los mismos sitios me aburre. Hasta que no sea capaz de encontrar circuitos circulares de la distancia apropiada, esto de hacer ida y vuelta no me acaba de gustar.
Así llego hasta la estación de Renfe de Sant Adrià y continúo por la parte superior del río hacia donde está aparcado el coche.
La vuelta se me está haciendo un poco larga. Me empiezan a molestar los cuadriceps. Quizá debería haber descansado hoy y salir a correr mañana. Como ya no falta mucho, decido apretar un poco y alargar la zancada a ver si así no me molestan tanto.
Parece que el cambio de zancada me va bien y la molestia disminuye algo. Ya falta muy poco para llegar, así que aprieto un poco más y llego al final con un ritmo un poco más decente.
El tiempo 43:25. El camino de vuelta era algo más corto que el de ida y por eso he tardado un poco menos en volver.
Miro cuantas pulsaciones bajo en un minuto y son 40. Consultaré con mi Maestro Jedi Alfons, para que me diga si eso está bien o no.
Hago mis estiramientos, me bebo mi Isostar y para casa.
Cuando llego, lo primero que hago es descargar el track al PC y mirar cuanto he corrido: 7,4 kms. Exactamente lo mismo que el sábado por un circuito totalmente diferente. Vaya casualidad correr la misma distancia sin haberla medido.
Hago mis cálculos y resulta que he bajado de los 6:00. ¡Estoy hecho un machote!
¡¡Tiembla Gebrselassie!!

La primera en la frente

04 febrero, 2006 · 0 comentarios


Hoy ha sido el primer día que he salido a correr después de muchos años sin hacerlo.
Siguiendo los consejos del Maestro (con mayúsculas) Alfons, pretendía correr durante 45 minutos seguidos haciendo un "rodaje a ritmo medio", así que he ido hasta el paseo marítimo de Badalona y he empezado a correr en dirección norte hacia Mataró.
Cuando no estás acostumbrado, las primeras zancadas se te hacen extrañas. Intento ir lo más lento posible pero cuando llevo dos minutos corriendo ya estoy pensando en parar. Estoy cansado, pero más que cansado no estoy a gusto. La cinta del pulsómetro está muy floja y cada dos por tres se me baja hasta el ombligo. Definitivamente la tensión del elástico está bien para ir en la bici pero para correr tiene que estar más apretada. El pelo largo tampoco ayuda a estar cómodo y con el aire se me mete todo en la cara haciendo que no vea ni por donde voy. Cojo el buff que llevo liado en la muñeca y me lo pongo de cinta aguantándome los pelos. Ahora por lo menos veo por donde piso.
Tengo las manos heladas, debería haber traído los guantes. ¿Quién me manda a mi correr?
Vuelvo a pensar en pararme mientras sigo subiendo la @#&% cinta del pulsómetro. ¿Cómo voy a correr yo durante 45 minutos sin parar? IMPOSIBLE.
Sigo corriendo y no sé si es que ahora corro sin dar tantos saltos pero la cinta del pulsómetro parece que se aguanta en su sitio más de 10 segundos. Ya llevo 7 minutos corriendo y parece que le voy tomando el ritmillo. Aunque sigo pensando en parar todavía no lo he hecho.
El pulsómetro ya ha empezado a marcar y lo que marca no me gusta. Me da la sensación de que corro como una abuela detrás del autobús y el pulsómetro marca 180 ppm.
Así no aguantaré mucho rato. Intento bajar el ritmo si es que se puede correr más despacio. Parece que poco a poco las pulsaciones bajan hasta unas 150 ppm.
Ahora ya no tengo las manos tan frías. El sensor del pulsómetro casi no se cae y ya llevo unos 15 minutos. Empiezo a relajarme y pienso en que a los 22:30 me doy la vuelta esté donde esté.
Ya he pasado la estación de Montgat Nord y sigo sin pararme. El pulsómetro vuelve a marcar por encima del nivel que me gustaría pero es que no se correr más despacio.
¡¡¡POR FIN!!! Ya llevo 22:30 corriendo y voy a dar la vuelta. A lo lejos se ve el Puerto Deportivo de El Masnou. Pienso en que podría llegar hasta allí y luego dar la vuelta pero por una vez voy a ser sensato y doy la vuelta aquí mismo. Creo que es el momento de parar y lo hago sólo para tensar la cinta del pulsómetro. Me la coloco bien y vuelvo a correr. He tardado menos en apretar la cinta que los mecánicos de Fernando Alonso en cambiar las ruedas.
Cuando me doy la vuelta y veo a lo lejos la silueta de los edificios junto a los que tengo aparcado el coche me da un bajón. Están lejíiiiiiiiiiiiiiisimos. ¿Cómo he llegado corriendo tan lejos? Miro de reojo el GPS que llevo y me dice que hace 3,7 kms que salí. Intento tranquilizarme. Si he tardado 22:30 en venir no voy a tardar mucho más en volver ¿no?.
Sigo corriendo sin pensar mucho. Ahora voy cómodo. La cinta del pulsómetro no se mueve ni un milímetro y ya no tengo frío en las manos. Voy mirando el paisaje pero de vez en cuando no puedo evitar mirar los edificios que marcan "la meta".
El pulsómetro sigue marcando bastante alto y si bajo el ritmo me agobio pensando que no voy a llegar nunca, así que decido seguir tirando a ese ritmo y si luego tengo que aflojar ya aflojaré.
Como si tal cosa llego hasta el Turó de Montgat. Esto ya está "chupao".
Muy a lo lejos veo otro runner y pienso en que estaría bien apretar e intentar pillarlo pero no está el horno para bollos.
Al rato lo vuelvo a mirar y ahora estoy más cerca. O se ha parado y no lo he visto o es que hay quien corre más despacio que yo.
Poco a poco me voy acercando al final y aunque voy alto de pulsaciones, cuando me faltan unos 400 metros intento cambiar el ritmo y mirar qué pasa. Para lo que he apretado las pulsaciones suben muy poco, así que aguanto el ritmo hasta el final. Casi pillo al anónimo runner que llevaba delante. Creo que este final ha sido un poco más digno.
¡¡¡AHORA SÍ!!! He llegado, estoy cansado pero no tanto como pensaba. Miro el pulsómetro y me dice que he tardado 46:15 y el GPS dice que he corrido 7,4 kms. Cuando llegue a casa miraré el ritmo pero creo que ha sido un ritmo de abuelete.
Recupero un poco mientras estiro. No quiero pasarme unos cuantos días andando como Mazinguer Z.
Ya en casa calculo el paso y me sale un poco menos de 6:20. Lo que yo decía, a paso de abuelo.
Habrá que seguir entrenando pero para ser la primera vez no está mal.

Sin ritmo ni cadencia

01 febrero, 2006 · 0 comentarios

Bueno, pues parece ser que la cosa se complica, si cabe, más todavía.
Alfons no para de decir que el 26 de febrero hay una duatlón en Súria y que vamos a debutar allí.
Yo la verdad es que no lo veo nada claro, pues a fecha de hoy todavía no he empezado a correr con cara y ojos, y la verdad es que me sabría mal que a los organizadores se les haga de noche esperando a que llegue a la meta.
Hace una semana que mis obligaciones y el mal tiempo no me han permitido ni salir a correr ni salir en bici, por lo que la duatlón se aleja y se aleja...
Esperemos que la cosa mejore y que estas tres semanas que faltan las pueda aprovechar y entrenar algo porque esto pinta bastante mal.
Seguiremos informando...