Hay un dicho popular que compara la acumulación de quehaceres con las tiras de una sandalia romana y más concretamente con la pierna que dicha sandalia abraza.
Esta semana entre reuniones laborales, visitas programadas al médico y demás historias, me he sentido como la susodicha pierna del romano.
Ya sólo quedan dos semanas para la Cursa de Bombers y en vez de entrenar lo que debiera, me salen compromisos imprevistos como si de setas se trataran.
No sigo con asiduidad los boletines de astronomía, pero tal vez es que hay alguna conjunción de planetas que afecte especialmente a los entrenamientos programados y yo sin saberlo.
Quizá se trate de alguna reacción alérgica a los gránulos de polen primaveral que ya nos están invadiendo o simplemente sea fruto del azar, pero realmente mi agenda se está volviendo loca.
Dejando de lado mis dudas y suposiciones y ciñéndome estrictamente a los datos, lo cierto es que esta semana no he salido ni un día a correr. Me he tenido que conformar con una furtiva visita al gimnasio entre reunión y reunión. También he podido asistir a una de las clases del cursillo de natación que estoy haciendo, pero eso no creo que cuente como entrenamiento de cara a la próxima carrera.
No recuerdo si he explicado que ahora también estoy aprendiendo a nadar. En todo caso esto merecería no ya una entrada en este blog, sino un blog entero, pero ahora mismo ya tengo bastantes frentes abiertos, así que de momento quedará en el tintero.
También he aprovechado un hueco para visitar a un fisio por primera vez en toda mi vida. Mi intención era que me echara un vistazo a mis esforzadas piernas, que más vale prevenir que curar, aunque no fue realmente así.
Comenzó la visita con un cuestionario médico típico: alergias, intervenciones quirúrgicas, etc. y posteriormente me hizo desnudar y me reconoció -no es que me conociera previamente, sino que me hizo una exploración médica- concluyendo que tengo una pierna un poco más larga que la otra, que tengo una rotación en la cadera y que posiblemente tengo la espalda un poco desviada. Según su dictamen, todo esto hay que controlarlo pues puede producir lesiones en un futuro. Jo, ¡Si lo sé no vengo!.
Le hice saber que me estaba preocupando y me dijo que todo eso era "normal". ¿¿Normal??, pues vaya con la normalidad. ¿Cómo serán los "no-normales"?.
Finalmente me da un masaje en las piernas y concluye que, a nivel muscular, estoy bien. Sin sobrecargas dignas de mencionar.
Finalizo la visita con el abono de los honorarios y con la recomendación de que me haga radiografías para poder estudiar más en profundidad la asimetria de las piernas y la espalda.
Definitivamente no era lo que me esperaba de la visita al fisio, pero la realidad es la que es.
Este próximo fin de semana se presenta más tranquilo a priori, aunque la agenda tiene una inquietante entrada en forma de cena, cine y copa para el sábado por la noche, que mucho me temo que va a afectar al domingo por la mañana. De todas formas el domingo tengo planeado acercarme a un punto del recorrido del maratón y espero llegar cuando todavía haya corredores, por lo que no me voy a poder levantar a las tantas.
Antes de eso, la misma mañana del sábado, tengo cita con mi Maestro y me imagino que tiene pensado darme una tunda que se me van a acabar las tonterías.
Seguiré con interés la evolución de mi agenda aunque, de momento, la semana que viene ya tiene dos imprevistos endosados. Tal vez aproveche mi visita al traumatólogo para que también la radiografíen a ella.
1 comentarios:
Yo después del chaparrón tampoco he salido, tengo un problema que espero que se me pase pronto.
Un saludo.
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