Habitualmente me gusta contar mis historias por orden cronológico.
No es ni mejor ni peor que cualquier otra forma de ordenar los acontecimientos, pero a mí me gusta hacerlo así.
Aún así, voy a empezar mi relato por el acontecimiento más reciente que ha sido mi "visita" al Maratón de Barcelona de hoy mismo.
Como tenía previsto, esta mañana, a pesar de la sesión de cena-cine-copas de anoche, me he levantado a una hora prudencial, me he vestido de ciclista y tras desayunar me he acercado al Forum a ver a los participantes de la carrera.
Por el camino iba recordando el dorsal de Santi Palillo (2828) y con un poco de ansiedad por si podría verlo hoy.
Era consciente de que entre tantos partipantes, sin conocer su cara ni complexión física, sólo a través del número del dorsal iba a ser una tarea francamente difícil, pero lo iba a intentar.
Llego a la mismísima puerta del Fórum y me coloco en primera fila.
Pasan muchísimos corredores, jóvenes, no tan jóvenes, hombres, mujeres, con camisetas escritas en alemán, en francés, en inglés, sin camiseta. "La leche, si que viene gente de lejos" pienso para mí.
No hay mucho público, pero hay una mujer que aplaude y anima más que todos los que estamos allí.
Yo me concentro en mi tarea de hoy: buscar el dorsal 2828.
Al poco de estar allí pasa la liebre de las 3 horas con un pelotón donde me es imposible distinguier todos los dorsales.
Sigo mirando y veo al dorsal 2826, al 2927, al 2626, al 2830, al 2832... Me estoy volviendo tonto. Me coge complejo de lector de código de barras y scop sigue sin aparecer. Empiezo a pensar que seguro que ya ha pasado y no lo he visto. Me relajo un poco y empiezo a aplaudir y animar a los atletas.
Viene la liebre de 3:30 y justo al pasar a mi lado una ráfaga de viento hace que se le enganche la cinta del globo en mi cuello y se rompe, la cinta no mi cuello, y el globo se va a hacer puñetas por el cielo de Barcelona. La liebre me mira como si yo lo hubiero roto queriendo. Me encojo de hombros mientras se aleja corriendo, supongo que acordándose de alguna parte de mi familia. "Oiga que ha sido sin querer".
Cuando ya había perdido toda esperanza, veo el dorsal que tanto estaba esperando. Lo leo 3 veces para asegurarme y justo cuando pasa a mi lado le grito tal y como le había advertido "¡¡¡¡PALILLOOOOOO!!!!" pero ni siquiera me mira.
Por un momento me quedo bastante parado pensando que igual me he equivocado, pero veo que sobre la espalda de su camiseta lleva el escudo del Club Paris, por lo que no hay duda de que es el mismísimo Santi Palillo en persona.
¡Vaya con las extremidades díscolas!.
-"Tanto entrenamiento para nada". Refiriéndose a su pierna.
-"¿Para nada?"- le respondo. "Estás ya en el kilómetro 30" y le suelto un "Deu n'hi do" sin pensar que eso le debe sonar a chino mandarín.
-"Me han dicho que lo queda ya es llano. Menos mal, porque como encuentre una parada del metro me meto"- Segunda frase hielasangre.
-"Lo siento pero no hay ninguna parada de metro cerca"- Le miento como un bellaco para que se lo quite de la cabeza, aún sabiendo que las hay y que mi mentira iba a ser descubierta enseguida.
Volvemos a chocar las manos, le deseo suerte y lo dejo con su camino hacia la gloria, pasando por el purgatorio.
Después de 5 minutos mirando la general, he encontrado su dorsal y ha llegado con 3:58:05 y amb un parell de collons. Seguramente no ha visto las paradas del metro.
Me alegro muchísimo por él. Después de tanto esfuerzo se merece haber podido acabar.
Después de esta historia, mi entrenamiento del sábado queda un poco en segundo plano.
Como estaba previsto me reuní con mi Maestro Alfons para entrenar juntos. Esta vez por el paseo marítimo de Badalona. El día era radiante y la temperatura agradable a pesar de la temprana hora (8:00 AM). Me recibió mi Maestro con un "no te preocupes que no te voy a dar ninguna tunda", signo de que el muy ladino está atento a lo que escribo en este blog. Un saludo desde aquí Mestre.
El entrenamiento fue mejor de lo que podía esperar después de varios días sin dar ni golpe, atléticamente hablando.
Hicimos 12 kms en 1:01:00, que vuelve a convertirse en mi mayor distancia recorrida y en el mejor promedio de todos los tiempos, que no está mal teniendo en cuenta que el viernes por la tarde me había metido entre pecho y espalda 46 kms de BTT, aunque al final Alfons me tuvo que reconocer que sí, que me había dado una tunda.
Seguimos en la brecha de cara a la próxima carrera, con más motivación todavía si cabe y con las imágenes de la maratón grabadas a fuego en mi cerebro.